Cristo, Amigo Verdadero. Adoración

Motivación

Teresa nos invita:

  • A orar a Cristo, centro de la historia, de la creación, de nuestra vida. «Este Señor nuestro es por quien nos vienen todos los bienes».
  • A estar con Cristo. Él es el Camino, la Verdad, la Vida, Amigo y Compañero. «He visto claro que por esta puerta hemos de entrar si queremos nos muestre la soberana Majestad grandes secretos».
  • A traer a este encuentro de oración los rostros de hombres y mujeres que sufren, que luchan, que esperan, que anhelan la paz y la libertad. «Juntos andemos, Señor».

Canto: Ven, Espíritu.

Con Teresa nos acercamos a Cristo, que nos espera, para:

  1. Mirarle y dejarnos mirar por Él
  2. Escucharle en su Palabra, en el silencio, en los acontecimientos.
  3. Reconocerle presente en la Eucaristía y adorarle
  4. Comprometernos con Él a ser «amigos» suyos, amigos de todos.

Comenzamos silenciándonos y serenándonos, tomamos conciencia de que estamos en la presencia de Dios, su Espíritu nos habita… Quizá estamos llenos de miedo, de preocupaciones… Teresa nos dice ahora y siempre: sólo Dios basta.

Canto: Nada te turbe, 
nada te espante, 
quien a Dios tiene, nada le falta. 
Nada te turbe, nada te espante, 
Solo Dios basta.

(Voz suave, interiorizando y repitiéndolo varias veces)

1-  MIRAR A CRISTO

Nuestra oración comienza sencillamente así, mirándole a Él, con una mirada de fe, con una mirada contemplativa, que sea una mirada llena de amor… una mirada cargada de admiración por su belleza y su bondad… por todo lo que Él significa para ti, por la historia de amor que juntos habéis ido tejiendo; una mirada agradecida …

«Procurad, pues estáis solos, tener compañía». «Representad al mismo Señor junto con vos y mirad con qué amor y humildad os está enseñando; y creedme, mientras pudiereis, no estéis sin tan buen amigo. No os pido ahora que penséis en Él, ni que saquéis muchos conceptos, ni que hagáis grandes y delicadas consideraciones con vuestro entendimiento; no os pido más que le miréis. Pues ¿quién os quita volver los ojos del alma, aunque sea de presto, si no podéis más, a este Señor? Pues podéis mirar cosas muy feas, ¿y no podréis mirar la cosa más hermosa que se pueda imaginar? Mirad que no está aguardando otra cosa, como dice a la esposa, sino que le miremos. Como le quisiereis, le hallaréis»

Teresa de Jesús. Camino de Perfección 26, 3.

Canto: Mira que te mira

«Con tan buen amigo presente, con tan buen capitán, que se puso en lo primero en el padecer, todo se puede sufrir: es ayuda y da esfuerzo, nunca falta; es amigo verdadero» (V. 22, 6). «Es muy buen amigo Cristo, porque le miramos hombre y vémosle con flaquezas y trabajos, y es compañía»

Vida 22, 10

Canto: Mira que te mira

«Considero yo muchas veces, Cristo mío, cuán sabrosos y cuán deleitosos se muestran vuestros ojos a quien os ama y Vos, bien mío, queréis mirar con amor. Paréceme que sola una vez de este mirar tan suave a las almas que tenéis por vuestras, basta por premio de muchos años de servicio. ¡Oh válgame Dios, qué mal se puede dar esto a entender, sino a los que ya han entendido cuán suave es el Señor!»

Exclamaciones 14, 1

Canto: Mira que te mira

2-  ESCUCHAR A CRISTO

Después de mirarle vamos a escucharle… Teresa decía: «Oh Señor Dios mío, y cómo tenéis palabras de vida, adonde todos los mortales hallaran lo que desean, si lo quisiéremos buscar»

Exclamaciones 8, 1

Dios tiene para nosotros palabras de vida eterna y tiene sobre todo una PALABRA, que es su Hijo… la Palabra de vida… Escuchamos y acogemos su PALABRA. Un Evangelio muy querido para Teresa: el de la Samaritana:

«¡qué de veces me acuerdo del agua viva que dijo el Señor a la samaritana! Y así soy muy aficionada a aquel Evangelio y desde muy niña lo era y suplicaba muchas veces al Señor me diese aquella agua»

Vida 30, 19

Evangelio: Jn 4, 5. 11. 13. 15. 28

«Llegó Jesús a una ciudad de Samaría llamada Sicar. Allí estaba el pozo de Jacob. Jesús, como se había fatigado del camino, estaba sentado junto al pozo. Era alrededor de la hora sexta. Llega una mujer de Samaría a sacar agua, Jesús le dice: «Dame de beber». Le dice la mujer samaritana: «¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mi, que soy una mujer samaritana?» Jesús le respondió: «Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber, tú le habrías pedido a él, y él te habría dado agua viva». Le dice la mujer: «Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo; ¿de dónde, pues, tienes esa agua viva? Jesús le respondió: «Todo el que beba de esta agua, volverá a tener sed; pero el que beba del agua que yo le dé, no tendrá sed jamás, sino que el agua que yo le dé se convertirá en él en fuente de agua que brota para vida eterna». Le dice la mujer: «Señor, dame de esa agua, para que no tenga más sed».

Canto: Dame de beber. Dame de esa agua y no tendré más sed. Dame de beber, dame de esa agua. Que yo te pueda ver (Se repite varias veces)

Momento de silencio

«¡Oh vida, que la dais a todos! No me neguéis a mí esta agua dulcísima que prometéis a los que la quieren. Yo la quiero, Señor y la pido, y vengo a vos. No os escondáis, Señor, de mí, pues sabéis mi necesidad y que es verdadera medicina del alma llagada por vos. ¡Oh fuentes vivas de las llagas de mi Dios, cómo manaréis siempre con gran abundancia para nuestro mantenimiento y qué seguro irá por los peligros de esta miserable vida el que procurase sustentarse de este divino licor»

Teresa de Jesús, Exclamaciones 9,2.

3. ADORAR A CRISTO. (SU PRESENCIA EUCARISTICA)

Teresa encuentra en la Eucaristía una presencia desbordante de Cristo. Aquí, en la Eucaristía, Cristo está disfrazado, sí, como ella decía, pero… ¡está! ¡Aquí está el amigo!, aquí nos invita al diálogo, al encuentro. Acogemos y adoramos esta presencia salvadora de Jesús.

Exponemos el Santísimo mientras cantamos (estos cantos, u otros):

Adoramus te Domine

Laudate omnes gentes

No adoréis a nadie…

(Leemos dos textos de la Santa, dejamos una pausa de silencio entre ambos e intercalamos cantos).

«¿Pensáis que no es mantenimiento, aun para estos cuerpos este santísimo manjar, y gran medicina aun para los males corporales? Yo sé que lo es. Sé de una persona que cuando oía a algunas personas decir que quisieran haber vivido en el tiempo que andaba Cristo nuestro bien en el mundo, se reía entre sí, pareciéndole que, teniéndole tan verdaderamente en el Santísimo Sacramento como entonces, que ¿qué más se les daba? Porque si no nos queremos hacer bobos y cegar el entendimiento, no hay que dudar; que esto no es representación de la imaginación, como cuando considerarnos al Señor en la Cruz, o en otros pasos de la Pasión, que lo representamos en nosotros mismos como pasó. Esto pasa ahora y es entera verdad y no hay para qué le ir a buscar en otra parte más lejos. Debajo de aquel pan está tratable».

Camino de Perfección 34, 6-9

«¿Quién nos quita de estar con El después de resucitado, pues tan cerca le tenemos en el Sacramento, adonde ya está glorificado…?. Hele aquí sin pena, lleno de gloria, esforzando a los unos, animando a los otros, antes que subiese a los cielos, compañero nuestro en el Santísimo Sacramento, que no parece fue en su mano apartarse un momento de nosotros».

Vida 22, 6

Silencio para adorar

Después de unos 15 minutos, invitamos a la gente a orar en voz alta.

Concluimos todas las participaciones rezando el Padrenuestro con las manos alzadas a lo alto.

Recibimos la bendición con el Santísimo.

4. SEGUIR A CRISTO

Es el momento del compromiso, de ser cada vez más amigos de Cristo, para ser cada vez más amigos de los hombres y mujeres…

Hemos mirado al Señor, escuchamos su Palabra, le adoramos en el Pan eucarístico, ahora Él nos invita a seguirle. Cristo, centro de nuestra vida, nuestro amigo, nuestro compañero de camino, nuestro guía… Él nos lleva por sendas de vida, de verdad, de amor, de unidad…

Que igual que para Teresa, sea también para nosotros el eje de nuestra vida, el lazo que nos une, el que nos empuja a seguir adelante. Con alegría y esperanza en el corazón volvemos a la vida.

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