Oración teresiana

Maximiliano Herráiz ocd

Teresa es una mujer de gran capacidad para la relación interper­sonal. Abierta al otro en acogida y en donación. De ahí viene su vida y enseñanza de la oración: «tratar de amistad, estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos ama» (Vida 8,5).

Oración de Teresa

Pronto nos muestra su “manera de orar”. Después de un breve tiempo de búsqueda, leyendo “muchos libros”, encuentra en el Tercer abecedario, de Francisco de Osuna, “la oración de recogimiento” y decide “seguir aquel camino con todas mis fuerzas” (Vida 4,6).

Más adelante, ya formula ella misma su “modo de proceder”: “Procuraba representar a Cristo dentro de mí, y hállabame mejor, adonde le veía más solo y necesitado”. Explica con exquisita sensibilidad femenina: “Parecíame que, estando solo y afligido, como persona necesitada, me había de admitir a mí” (Vida 9,4). Cuando más tarde proponga a sus discípulos la oración, escribirá: “Yo os confieso que nunca supe qué cosa era rezar con satisfacción hasta que el Señor me enseñó este modo; y siempre he hallado tantos provechos…” (Camino de Perfección 29,7). La oración aparece ya como una relación de amistad. Una amistad que, poco a poco, “recoge” amorosamente la vida del orante en la persona de Jesús, “divino y humano junto” (6Moradas 7,9).

En esta relación subraya con fuerza y convicción la presencia del Otro, del amigo verdadero: “cuán de buena gana se está con nosotros” (C 29,6). Dios “es tan buen vecino, y tanta su misericordia y bondad…, tiene en tanto que le queramos y procuremos su compañía…” (2Moradas 1,2). Él es el principal orante, quien se muestra más activo, más paciente en la oración. “Tiene un particular cuidado de comunicarse con nosotros y andarnos rogando que nos queramos estar con él” (7Moradas 3,9).

Ya, con estos breves apuntes, entendemos que el acto de oración es una exigencia del amor que responde a quien tanto nos ama, y no un cumplimiento de la ley. Desde el principio del camino de oración, ésta se vive en clave de amor, acogido, al que respondemos.

Teresa se presenta como una mujer con una clara y decidida inclinación a la oración personal. Desde niña vive la oración estrechamente unida a la verdad. En compañía de su hermano Rodrigo, nos transmite la fuerte vibración que les causaba repetir que “pena y gloria eran para siempre…, y gustábamos de decir muchas veces: ¡para siempre, siempre, siempre!” Continúa diciendo, ya en singular: “en pronunciar esto mucho rato era el Señor servido me quedase en esta niñez imprimido el camino de la verdad”               (Vida 1,5; CF Vida 3,5).

Años después, ya ejerciendo de maestra de oración, escribirá que “oración mental es entender estas verdades” (Camino de Perfección 22,8):  Quién es Dios, quién es el orante y “estudiar cómo haré que mi condición conforme con la suya” (Camino de Perfección 22,7). Quién con quién. Así la definió: “Tratar de amistad estando muchas veces a solas con quien sabemos nos ama” (Vida 8,5). Relación interpersonal amorosa.

Vida de amistad en camino. Historia de amistad. En donación y acogida progresiva; donación y acogida en progresión de gratuidad e interiorización; en fe. Porque, concebida como amistad, expresión de vida en comunión, la oración exige encuentros frecuentes en soledad “compartida”. Distingue bien Teresa lo propio y específico del acto de oración: quienes oran “están viendo que [Dios] los mira” (Vida 8,2). El acto de oración es tener conciencia explícita de la relación con el “Amigo que nunca falta”.

Pedagogía del acto de oración

En el Camino de Perfección, auténtico catecismo de oración, Teresa nos ofrece una breve y luminosa praxis de la oración de recogimiento, pensando sobre todo en quienes no pueden meditar, como era su caso. La define con estas palabras: “recoge el alma todas las potencias y se entra dentro de sí con su Dios” (Camino de Perfección 28,4). Precisa enseguida: recogerse es “fortalecerse… el alma a costa del cuerpo y que le deja solo y desflaquecido, y ella toma allí bastimento [se abastece, toma provisiones] para contra él” (Camino de Perfección 28,6). Fortalecimiento del espíritu, debilitamiento de lo sensorial o superficial en el comportamiento de la persona.

Aconseja en primer lugar “buscar soledad”, añadiendo inmediatamente que sea una soledad llena de la presencia del Amigo y Maestro que nos enseña esta oración: “Representad al mismo Señor junto con vos y mirad con qué amor y humildad os está enseñando” (Camino de Perfección 26,1). Ya había advertido antes que la soledad no es un valor absoluto, sino relativo: “para entender, [para darse cuenta] con quién estamos” (Camino de Perfección 24,4b). Polarización amorosa, de comunión con el Amigo-Maestro, Jesús. Así lo precisará, diciendo lo que no es oración y lo que es: “no os pido que penséis en Él, ni que saquéis muchos conceptos, ni que hagáis grandes y delicadas [agudas] consideraciones”. ¿Qué es orar? “No os pido más que le miréis”, afirma Teresa. Es decir, no yo con mis pensamientos, con mis sensaciones psicológicas, sino con Él. “Mire que le mira” (Vida 13,22). “Mire”, advierta, imperativo amoroso, “que le mira”, en presente, porque Jesús, Dios no nos deja jamás de envolvernos con su mirada, con su amor.

Pedagogía del orante

Nunca insistiremos bastante sobre esto: formar al orante, formar a la persona en relación con Dios, con sus semejantes. Los capítulos 4 al 21 y 23 de Camino de Perfección son fundamentales, como se lee en las líneas introductorias del capítulo 4,1-4.

Teresa allí encarece la importancia de lo que va a escribir antes de hablar directamente de la oración. Al presentar la oración como “amistad”, advertía que “para ser verdadera y que dure hanse de encontrar las condiciones” (Vida 8,5), la de Dios, amor, y la nuestra, “sensual”, egocéntrica. Y empezó el Camino de Perfección recordando el sentido de su propuesta en el mundo en que viven: “Ya, hijas, habéis visto la gran empresa que pretendemos alcanzar”: ser buenos amigos de Dios ayudando así a la Iglesia que está “por los suelos”, al mundo “en llamas”, a Cristo “a quien quieren tornar a sentenciar” (Camino de Perfección 1,5).

Para el logro de esta empresa, de este objetivo tan esencial y urgente, plantea “¿qué tales habremos de ser?” (Camino de Perfección 4,1).

No se apresura Teresa, “maestra de orantes”, a formular su doctrina de la oración. Primer aviso: “hemos menester trabajar mucho, y ayuda mucho tener altos pensamientos”  (Camino de Perfección 4,1). Esto debe cristalizar en “cumplir y leer… lo dicho hasta ahora”, es decir los tres capítulos precedentes. Añade, acto seguido, que se dispone a decir “algunas cosas que son necesarias tener [en las que hay que empeñarse seriamente] quienes “pretenden llevar camino de oración”, “y tan necesarias que, sin ser muy contemplativas, podrán estar muy adelante en el servicio del Señor”, en la comunión de amistad con Él. “Y es imposible, si no las tienen, ser muy contemplativas [muy amigas de Dios], y si pensaren lo son, están muy engañadas” (Camino de Perfección 4,3). Densidad y seguridad en la expresión. Ser orantes es otra cosa muy distinta de “hacer oración”, o “tener oración”, como dice ella, tener amistad con Dios. Un acto exterior como “hacer” oración puede improvisarse. “Ser amigo, ser orante”, no.

Cree Teresa que con estas palabras introductorias puede enunciar ya esas tres cosas “tan necesarias” “para los que pretenden llevar camino de oración”, “ser orantes, amigos”. Y así las formula: “la una es amor unas con otras; otra, desasimiento [liberación] de todo lo creado; la otra, verdadera humildad, que aunque la digo a la postre [en último lugar], es la principal y las abraza a todas” (Camino de Perfección 4,4). La propuesta teresiana se formularía así: “La verdad te hace libre para amar”.

Estos cuidados capítulos sobre las tres cosas necesarias hay que leerlos a la luz de Jesús, como ella los escribió. Meditemos estas frases de la Maestra: el amor del que ella nos habla “va imitando al capitán del amor, Jesús” (Camino de Perfección 6,9). “Torno a decir que se parece y va imitando este amor al que nos tuvo el buen amador Jesús” (Camino de Perfección 7,4). Del desasimiento o liberación de relaciones interpersonales posesivas, activas y/o pasivas, abre exposición con estas palabras: “en el desasimiento está el todo, si va con perfección, digo está el todo, porque abrazándonos con solo el Criador y no se nos dando nada por todo lo criado…” (Camino de Perfección 8,1).

Al hablar del desasimiento de los deudos, [parientes, y no sólo de sangre, sino también de ideas, sensibilidad, psicología, etc.] da un sentido mucho más interior a la comprensión de la tradicional “fuga mundi”: “no creo va en apartarse el cuerpo, sino en que determinadamente se abrace el alma con el buen Jesús…, que si allí lo halla todo, lo olvida todo” (Camino de Perfección 9,5).

Y ya en el nivel más interior de liberación de sí mismo y de la propia imagen, de narcisismos y soberbias, invita a sus hermanas: “poned los ojos en el Crucificado y haráseos todo poco” (7Moradas 4,4). De la humildad nace la disponibilidad: “la verdadera humildad está mucho en estar muy prontos en contentarse con lo que el Señor quisiere hacer de ellos”. Lo verdadero y únicamente esencial, “es servir al Huésped” (Camino de Perfección 17,6), a Jesús.

Servicio y amor en que se resuelve la tradicional dicotomía entre la contemplación y la acción: “creedme que Marta y María han de andar juntas para hospedar al Señor, y tenerle siempre consigo” (7Moradas 4,12).

Preguntas para la reflexión y el diálogo

Teresa entiende la oración como un trato vivo y confiado con Jesús. ¿Qué es lo que en nosotros nos aparta de la confianza en quien sabemos nos ama?

  • ¿Consideras necesario ese paso previo de la puesta en práctica del amor, el desasimiento y la humildad para tener un diálogo auténtico con Dios? Concreta a quién has de amar mejor, de qué te has de liberar porque te encadena y qué actitudes de soberbia o engreimiento (o de no querer verte como eres) te alejan de la humildad que es andar en verdad.
  • ¿Qué recursos puedes utilizar para recogerte, acallar la mente, mirar a Dios y dejarte mirar por Él…?
  • Tu oración, en definitiva, ¿te lleva a tomar conciencia cada vez más viva de la Presencia amorosa, de Dios-Padre, en tu vida?

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